Comienzo a buscar los videoclips que dirigió Marcelo Epstein. Me cuesta encontrarlos. 

En IMDB hay algunos, pero no todos: exclusivamente los producidos en EEUU y de esos solo los que se han editado en DVD, que claro, no son todos. Pienso que qué necesario es FILMAR MÚSICA: tener un lugar donde poder buscar la BIO de determinadx directorx: ver en qué trabajó, en qué trabaja, con quiénes tendió vínculos, quién es o está siendo mientras dirige música. Tener un registro. Algo que puede parecer muy básico, quizás, pero tan importante y necesario a la vez.

Marcelo Epstein en el set de Silent Night de Bon Jovi, con la banda en back projection

Marcelo Epstein nació en Argentina pero desarrolló la mayor parte de su carrera en EEUU. Hijo de xadres músicxs, en el ‘68 empezó a trabajar como asistente ad honorem de un director que tenía sus contactos en el Fondo Nacional de las Artes. Él le consiguió los fondos (“escasos, pero fondos al fin”, comenta Marcelo) para filmar su primer corto.

Cuando conoció a la ahora emblemática bailarina y coreógrafa, Ana Kamien, todas las sumas cerraron: para su primer corto, le propuso filmarla bailando. Su hipótesis era no filmar la danza desde un punto fijo” sino generar una coreografía mutua: “cámara y bailarina en una suerte de pas de deux”, acota Marcelo. De ese encuentro surgió la que terminó siendo la primera obra de videodanza de Argentina: Ana Kamien, filmada con una Bolex 16mm “viejísima” fue estrenada en 1970.

“Es la primera obra que puede considerarse, en todo su sentido, “danza para la cámara”. Efectivamente, Ana Kamien (1970) reemplaza el escenario teatral por un espacio físico neutro creado por los movimientos de la cámara y del cuerpo de la bailarina, donde cada movimiento cobra sentido en función de su posición respecto del objetivo cinematográfico y el montaje crea su propia coreografía a partir del material visual”.
Rodrigo Alonso

Con algunos percances previos al estreno (“me entregaron una bolsa con los descartes de negativo y por un mes aproximadamente pasé horas reconstruyendo parte de la película durante las noches, mientras hacía la colimba”, comenta Marcelo), Ana Kamien obtuvo el Primer Premio del Concurso de Cortos de la Fundación Gillette. 

A raíz de este premio, la Fundación gestionó una Beca Fulbright para que Marcelo pueda estudiar cine en el American Film Institute de Hollywood.

Cursó, filmó algunos cortos y siempre mantuvo su interés en el cine “como lenguaje en sí y no como registro de algo”.

Su trabajo siguiente fue también un corto de danza, titulado Annunciation y financiado por su protagonista: Sandra Adominas, una bailarina americana que Marcelo conoció “en algún lado, a través de alguien”. 

Annunciation continúa la hipótesis (me atrevo a decir) Epstiana del “descuartizamiento de la coreografía, como así había hecho en Ana Kamien. El corto fue filmado en las caballerizas de la mansión donde estaba emplazado el American Film Institute (“donde David Lynch filmó su primer largometraje”) y obtuvo un premio en el American Dance Film Festival.

Todos estos trabajos “muy videocliperos”, acota Marcelo, fueron realizados antes que surja el videoclip como arte, antes del boom que tuvo años después gracias a MTV.

Marcelo dirigiendo a un envendado Anibal Kerpel (tecladista y arreglador de Wet Picnic)

Filmar Música: ¿Cuál fue el primer videoclip que dirigiste?

Marcelo Epstein: He Believes de Wet Picnic. Wet Picnic era un grupo que había formado Gustavo Santaolalla en EEUU. Ese videoclip figura entre los 100 mejores de esa época en el libro de videoclips que sacó la revista Rolling Stone. La revista alaba el video pero “destruye” la canción. No es mi culpa.

Filmar Música: Fundaste Pendulum Productions, una de las primeras productoras especializadas en videoclips de la costa oeste. Además de los cortos y los videoclips, ¿filmaste otras obras como director? 

Marcelo Epstein: Sí, desde ya. Además de los cortos ya mencionados, también hice un largometraje en Hollywood (Body Rock, en 1984), algún que otro documental y publicidad tanto en EEUU, antes y después de mi estadía en Los Ángeles, como acá en Argentina.

Filmar Música: Tus videoclips son buenísimos. Según lo que figura en IMDB, trabajaste con Bon Jovi, Mötley Crüe, Animotion, Berlin y con Oxo. Corregime si me equivoco o si falta alguno.

Marcelo Epstein: Uff, sí. Faltan unos cuantos. Quizás para mí el más importante, al que más pila le metí (porque además fue un proyecto propio para el cual me dieron fondos privados para hacerlo) fue el que hice con Gustavo Santaolalla. ¡Tuve 10 días de filmación! Ese video fue, para ese entonces, de una complejidad quijotesca. Estoy muy orgulloso de ese trabajo. Y el video ganó el premio a Mejor Video en el Erotic Film Festival en Los Ángeles.

Lamentablemente, por su “contenido erótico” (que hoy sería considerado apto para todo público) no lo aceptaron en MTV. Imaginate lo pacato que era todo allá por comienzos de los ’80. Se trataba de un muchacho que se enamora de una actriz porno que ve en la pantalla. Toda una fantasía.

También filmé Experience de Diana Ross. Nada memorable, salvo filmar con ella y en el Queen Mary, que ya no existe más, creo.

Y el último que hice ya fue acá, en Argentina sobre un tema de Miguel Mateos.

Pequeña digresión: el Queen Mary fue un transatlántico británico que sirvió durante la Segunda Guerra Mundial, estuvo muchos años amarrado en California como atractivo turístico y desde los 70s participó en algunas películas icónicas como La Aventura de Poseidón, Pearl Harbor y la menos agraciada Titanic II.

Marcelo dirigiendo al equipo de fútbol americano Raiders. En esa época los equipos de fútbol americano más importantes hacían “videoclips” de presentación: raps donde cada jugador “vendía” sus habilidades.

Filmar Música: ¿Cómo fue trabajar con cada artista? Imagino que con cada unx fue distinto, contanos algo breve de cada rodaje. 

Marcelo Epstein: Y, desde ya. Algunas pinceladas pintorescas. 

Con Mötley Crüe el problema era que no estaban lúcidos hasta las diez de la mañana, ponele, y a la media hora ya dejaban de estarlo por el Bourbon con el que desayunaban. No querían caminar más de uno o dos metros en esos zapatones de tacos altos que se ponían.

Marcelo en el set del video de Mötley Crüe

En una escena en los cuales estaban sobre una tarima conectados con cables para que se encendieran unas antorchas, hubo un cruce medio violento con un socio mío, que se burló de ellos porque las antorchas apagadas parecían cucuruchos. Opté por echar a mi socio, porque los chicos de Mötley amenazaron con comérselo crudo en cuanto los desconectaran. De todas maneras, y para mi asombro, ese video pasó a ser un clásico del Heavy Metal. Honestamente, yo nunca me relacioné con ese estilo. De hecho, mi infancia me tuvo sentado en las butacas del Teatro Colón, más que en otros lados. Yo admiraba a Wagner y me di cuenta que ese fue el compositor Heavy Metal de la música clásica, así que me inspiré en sus óperas para aplicarlas al videoclip. Se ve que funcionó.

Con Animotion recuerdo que, cuando vinieron a ver el video a la sala de edición, cada integrante trajo su propio cronómetro para ver cuánto tiempo de pantalla tenía cada uno.

Filmar Música: En todos los videos hay algo propio de la estética de la época, pero también me parece que aparece marcada tu estética como director. Algo sensual y lúdico a la vez, que no solo está aplicado en los cuerpos sino también en los objetos y la escenografía. El uso del lipsync, las coreografías, varios elementos que hoy quizá llamaríamos “Lynchianos”, ¿cómo concebías en ese momento tu identidad como director? ¿Creés que se habría modificado hoy día si hubieras seguido dirigiendo?

Marcelo Epstein: Qué pregunta tan difícil. La verdad es que uno no es consciente de que tiene un estilo. Es inevitable. Lo que sí sé que pasaba, es que había que mantenerse alerta para ir cambiando las propuestas estéticas con el tiempo. No te olvides que, entre el primer video (el de Santaolalla) y el último (en EEUU el de Bon Jovi y luego Y sin pensar de Miguel Mateos en Argentina, nominado a un premio MTV del área latina) habían pasado 5 años aproximadamente. Un montón para lo que es el videoclip y la publicidad. De hecho, ese era un verdadero problema: actualizarse permanentemente. Es cierto que hay artistas que fueron cambiando de estilo. Los tal llamados “períodos” como el caso de Picasso. Pero la mayoría de los artistas tuvieron un estilo que se mantuvo a lo largo de su vida. Digamos que es algo que a mí, al menos, me resultaba forzado. De hecho, cuando decidí hacer el videoclip de Miguel Mateos de la forma en que lo concebí, es decir, sin ningún tipo de línea conductora, estaba perdido como perro en cancha de bochas. Gracias a los directores de arte del video, Radamés Marini y a Vera Español que me contuvieron, pude llegar al final sin un colapso nervioso.

Filmar Música: ¿Volviste a ver tus videoclips al día de la fecha? ¿Qué opinión tenés de ellos, cómo creés que les “afectó” el paso del tiempo?

Marcelo Epstein: No suelo hacer eso. Rever mis trabajos. No me gusta mucho. Sé que otros lo hacen, pero no es mi caso. Lo que me ocurre es que, conociendo la tecnología con la que se cuenta ahora, todo lo que me maté por hacer a nivel de efectos especiales, ahora los hacés apretando un botón y con los ojos cerrados. No te das una idea lo que fue hacer las cosas que hice en esas épocas. Por ejemplo, el video de Bon Jovi, es una pareja en un espacio monocromático, tanto los objetos como ellos. Eso fue todo pintado en grises, la ropa era gris, el maquillaje era gris y están las imágenes en color en las tres paredes. Esas fueron filmadas en Nueva York, luego editadas en tres moviolas simultáneas para que las imágenes queden sincronizadas y finalmente se filmó esa habitación en un galpón gigante con tres proyectores 35mm, uno por cada pantalla, sincronizados a la cámara. ¡Una epopeya! Ahora todo eso luce pobre o al menos no transmite lo complejo y quizás diferencial que era en aquella época.

Filmar Música: ¿Qué videoclip te marcó para siempre? Ese que cuando lo viste por primera vez te voló la cabeza, sin importar cuándo fue.

Marcelo Epstein: No tengo uno en particular. En los 80 hubo muchos directores/artistas que hicieron videoclips maravillosos. Con una increíble creatividad y utilizando a pleno el lenguaje audiovisual. Después, lamentablemente las empresas discográficas optaron por privilegiar los “perfomance video” (videos que solo muestran a la banda/cantante tocando) porque consideraban que el producto a promocionar eran los grupos y artistas y no los directores/creadores del video. En parte tenían razón, pero ahí dejó de ser interesante el videoclip como forma de arte. Solo unos pocos artistas con cabeza y seguros de sí mismos, siguieron haciendo videos copados y creativos. El resto fue una máquina de chorizos. 

Ahora volvieron a hacerse videos de mucha creatividad y, fundamentalmente, con unos valores de producción increíbles. Me refiero a los de los raperos y los de reggaetón.

Filmar Música: ¿Por qué son importantes los videoclips para vos? ¿Qué te gusta de ellos?

Marcelo Epstein: Para mi son lo que refleja realmente el lenguaje cinematográfico per se. Es algo que no puede trasladarse a ningún otro medio artístico. De hecho, en EEUU a las películas que usan y abusan de los diálogos en PP le llaman “Talking Heads”, cabezas que hablan (casualmente el grupo de David Byrne se llama así). La mayoría de las obras cinematográficas pueden ser o escritas en prosa o llevadas al teatro. De hecho, muchas de ellas son adaptaciones de la novela o de las obras de teatro. El videoclip, no. Hay otros cortos y algunos largos (los del cine checo de los 70, por ejemplo, o los largos de Lynch en general) que usan el lenguaje cinematográfico en su total potencial y son irreproducibles por otro medio artístico. Eso para mí es algo que siempre me atrajo, me intrigó y que disfruté cuando realicé los videoclips y los cortos de danza.

Marcelo Epstein es, en definitiva, un referente en cuanto a la dirección audiovisual. Se nota al ver la cantidad y variedad de trabajos que realizó. Aunque todxs amemos el cholulaje, al final del día termina importando menos con quién trabajó que su propio recorrido estético y la riqueza de sus trabajos. Innovadores y diferentes entre sí, dan cuenta de un período breve pero intenso dentro de la historia del videoclip que sentó las bases de lo que vendría después.

La conversación nos interpela y nos abre preguntas más allá del mundo del videoclip. La inmediatez (ligada a las modas y avances tecnológicos), la propia poética de cada creadorx y la esencia de nuestro quehacer, son preguntas que atraviesan todas las disciplinas artísticas.

Marcelo explica la que, para él, es la esencia del videoclip y esta explicación termina siendo la línea argumental debajo de toda su carrera.

¿Cuál será, para cada creadorx, la esencia del arte que realiza? Con la pandemia fueron muchxs lxs artistas que volvieron a cuestionar sus propias bases y, con las bases, inevitablemente, volvieron a lxs referentes. 

Conocer la historia no solo es necesario a nivel macro, sino también a nivel micro: si no sabemos de dónde venimos, no podemos decidir hacia dónde vamos.

 
Por/ Caro Mazzaferro

Escribe, dirige y actúa. Licenciada en Actuación (UNA) y Diplomada en Dramaturgia (UBA). Escribió y dirigió la obra Desnudez (2018-2019) que realizó funciones en el Teatro Anfitrión, fue seleccionada para participar del Festival Fauna en el CC San Martín y está próxima a publicarse en el libro “Voces Trasandinas: antología de dramaturgas emergentes de Chile y Argentina”. Además dicta talleres de escritura creativa, y, junto a La ladrona de libros, dictan el taller “Nunca son escritores”, encuentros sobre dramaturgas y poetas a lo largo de la historia.

Actualmente es la encargada de redes de Filmar Música.

CAROLINA MAZZAFERRO
Caro Mazzaferro

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